Carnaval de Uruguay | ||
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Affiche, Año 1916 | ||
Localización | ||
País | Uruguay | |
Localidad | Montevideo | |
Datos generales | ||
Tipo | Fiesta popular | |
Comienzo | Enero | |
Finalización | Marzo | |
Duración | 40 días | |
Fecha | Mediados de enero hasta finales de marzo. | |
Relacionada con | Candombe, Murga en Uruguay | |
El Carnaval en Uruguay es una fiesta popular uruguaya que se realiza entre fines de enero y comienzos de marzo, extendiéndose principalmente en febrero. Se destaca mundialmente entre otras cosas por considerarse el carnaval más largo del mundo, con aproximadamente cuarenta días de duración. En Montevideo, la capital del país, existe un Museo del Carnaval.
En 2007[1] la presidencia uruguaya declaró al Carnaval como de Interés Nacional y se lo considera como la máxima fiesta popular.
Los antecedentes del Carnaval uruguayo provienen de Europa, donde en diferentes contextos, la celebración de las cosechas o de una festividad religiosa, servía como espacio para la reunión de los pueblos, creando un espacio de libertad individual y colectiva.
Algunas prácticas carnavalescas comunes en Europa, como arrojar salvado y harina, arrojar agua con jeringas, apedrearse con huevos, naranjas, u otros objetos fueron importadas en Uruguay. La importancia de algunas de estas prácticas por parte de los primeros pobladores de la ciudad de Montevideo dieron origen a los festejos de carnaval. Según Juan Carlos Patrón, es posible que en 1860, cuando se construyeron dos fuentes llamadas "Pozos del Rey" y "Las Guerrillas de Furgo" se difundieran y conformaran las primeras prácticas carnavalescas.
En buena parte del siglo XIX, durante los tres días de feriado por carnaval, Montevideo se convertía en campo de feroces guerrillas, con el agua cayendo a torrentes desde balcones y azoteas y con el aire surcado por piedras, frutas, verduras, harina, cáscaras de huevos rellenas de agua de olor o huevos de gallina, gaviota o avestruz. Desde las azoteas, las mujeres desafiaban a baldazos a los escaladores que intentaban "asaltar" las casas. Cuando los intrusos ingresaban se producían risas y corridas. Terminado el carnaval de 1885 un periódico informaba que eran muy pocas las viviendas que habían logrado mantener algún vidrio sano. Prácticamente toda la población participaba en estos festejos.
En 1872 se organizó una actuación de comparsas en el Teatro Solís. Las autoridades fueron tomando a su cargo la responsabilidad de organizar los festejos. En 1874 se organizó el primer concurso oficial de comparsas realizado el 16 de febrero en un gran escenario levantado en la plaza Matriz. Participaron 35 comparsas, de las cuales once eran de negros. La concurrencia fue muy numerosa, por la novedad del espectáculo. Al mediodía ya no había sitio donde ubicar más espectadores.
Fue en esta época cuando empezaron a surgir los primeros grupos carnavalescos como las primeras murgas (llamadas es esa época como mascaradas) y se estima que la primera comparsa, Raza Africana, se creó en 1865.
A comienzos del siglo se empiezan a formar las murgas modernas. En ese entonces era muy popular la zarzuela y varias compañías españolas de este género viajaban a Uruguay. En 1909 una modesta compañía de zarzuela procedente de Cádiz llegó a Montevideo para presentarse en el teatro Casino. Con esta compañía había viajado el actor Diego Muñoz, quien dirigía un conjunto llamado Murga La Gaditana. La Gaditana tenía tantos instrumentos como integrantes, seis: dos saxofones, flauta, pistón, bombo con platillos incorporados (a la usanza de la época), y armónica casera. Un grupo de amigos que fue a ver el espectáculo decidió sacar una murga que llamaron La Gaditana que se va. Esta fue la primera murga uruguaya que actuó en el Carnaval y estaba compuesta por seis jóvenes humoristas que ejecutaban trozos de la murga original. Salía de la calle Ejido y cantaba versos referidos a acontecimientos nacionales, extranjeros, políticos y de interés público.
El Carnaval comienza a institucionalizarse también en esta época, principalmente en la ciudad de Montevideo. En 1905 se crea el actual concurso oficial de comparsas de negros y lubolos, su primera edición fue ganada por Negros de Asia y en 1910 la murga La Gaditana que se va recibe un premio como "Máscaras sueltas", en el concurso oficial.[N 1][2][3]
La Gaditana que se va, al igual que las murgas que surgieron inmediatamente después, tenían sólo seis integrantes, además de su director. Cada uno de ellos ejecutaba un instrumento distinto: flauta, pistón, saxofón, bombo y platillos, a los cuales se les agregaron otros instrumentos caseros, como uno hecho de caños o tubos con una hojilla de fumar en un extremo que el murguista hacía vibrar con su propia voz.
Existen algunas referencias a otras murgas como la Excéntrico Musical, que usaba una batería de cocina a modo de instrumentos de percusión, o Los Pichones de este año, con candelabros que hacían sonar con el recurso de la hojilla de fumar. Las canciones tenían la música de las zarzuelas más populares de la época, iniciando así la tradición murguera de utilizar melodías provenientes de otros estilos.
Los Profesores Diplomados incorporaron al conjunto en 1915 a un negro, que era soldado y tambor de la Escuela Militar, para que tocara el redoblante. Esta idea, fue tomada y perfeccionada por el director José Ministeri (Pepino), quien creó en 1918 con sus Patos Cabreros, la batería de murga tal como se conoce actualmente, compuesta por un bombo los platillos y un redoblante. En un primer momento las murgas cantaban sus melodías con un ritmo adecuado para el desfile, pero luego, gracias a la batería de murga, fue cambiando hasta llegar a la actualmente conocida marcha camión.
Con el pasar de los años, los espectáculos y festividades que se ofrecían en carnaval se diversificaron lo que llevó a la creación de nuevas categorías en los concursos oficiales. En 1934 se incluyó la categoría de revistas que no priorizaba tanto el humor o el canto sino el baile y en 1939 surgió la categoría de parodistas, que a diferencia de las murgas se enfoca más en la representación teatral de humoradas y no tanto en la parte coral. La última categoría que sigue presente en el concurso oficial en crearse fue la de humoristas, cuya primera edición tuvo lugar en 1946. A su vez, el Desfile de llamadas (parte del concurso del carnaval y un evento característico en sí mismo) tuvo su apertura en 1956.
Durante estos primeros años surgieron los primeros grandes grupos carnavalescos así como algunos de sus personajes más icónicos. Algunas agrupaciones como las murgas Patos Cabreros y Curtidores de hongos (el conjunto carnavalesco más antiguo en seguir compitiendo en Carnaval) o la comparsa Esclavos de Nyanza fueron algunos de los conjuntos que marcaron esta época.
En 1952 se crea DAECPU (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay), la gremial de los conjuntos carnavalescos, a la cual se unirían paulatinamente todos los grupos. Poco tiempo después, en 1956, se realiza el primer Desfile de llamadas en Montevideo, un concurso destinado únicamente para comparsas, y que de cierta forma oficializó las ya conocidas Llamadas barriales que tenían origen en los conventillos de negros (principalmente el de Mediomundo y Ansina).
Durante la década de los 70 y comienzos de los 80 el carnaval se convirtió en un foco de resistencia durante la dictadura militar de Uruguay entre 1973 y 1985 a pesar de la constante censura.[cita requerida]
Para finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI el Carnaval uruguayo comenzó un proceso de profesionalización que continúa hasta el día de hoy, en el que comenzaron a surgir conjuntos que viven exclusivamente de sus ingresos por sus espectáculos, tanto dentro como fuera de los concursos oficiales de Carnaval. Tal es el caso por ejemplo de las murgas Agarrate Catalina, Falta y Resto
El Carnaval de Montevideo fue adquiriendo con el tiempo, tres formas de festejo: las representaciones teatrales-musicales, los cortejos (corsos, desfiles) y los bailes.
Los grupos teatrales-musicales son representados principalmente por las comparsas y las murgas, si bien existen otros géneros importantes como los ya mencionados parodistas, humoristas y revistas.
Algunos datos prueban la existencia de comparsas de negros hacia 1832. El diario La Matraca del 13 de marzo de ese año contiene algunas referencias a los negros con el tango. Pero las comparsas adquirieron importancia como elemento central de las representaciones del carnaval montevideano recién a partir de 1860. La prensa de la época destacaba a las comparsas de negros La Raza Africana, Pobres Negros Orientales y Los Negros, junto a otras doce comparsas de blancos.
En el momento en que surgieron las murgas, las comparsas eran los conjuntos de la atención del público. Existían premios al conjunto, la letra, el canto, la música y los trajes, sin distinciones precisas entre los distintos tipos de agrupaciones que se presentaban en el Carnaval. Las comparsas eran grandes conjuntos que llegaban a tener hasta 250 integrantes y con instrumentos de banda tradicional.
En la segunda mitad del siglo XIX los festejos de Carnaval duraban tres noches y se concentraban en el centro de Montevideo. Allí las diversas comparsas desfilaban a lo largo de la avenida 18 de julio, decorada e iluminada especialmente para la ocasión. El desfile contaba con carros alegóricos, que inicialmente eran a tracción a sangre, y luego pasaron a ser mecanizados. En 1873 un edicto policial determinó el horario y el orden en que se realizaría el corso en los tres días de carnaval.
Desde 1943 comenzaron a elegirse por concurso oficial la Reina y las vice-Reinas de Verano y Carnaval. Bajo el destello de cientos de luces, desfilaban las comparsas de negros con sus tamboriles, sus danzas, sus estandartes y símbolos.
Los bailes de carnaval eran una costumbre de los uruguayos en las primeras décadas del siglo XX. Las más famosas eran fiestas lujosas, celebradas en clubes, hoteles y teatros. Entre tantos, el más aguardado era el baile del Solís, para el que se retiraban las butacas del teatro. Pero también había veladas en casas de familia y en la propia calle. Todos los bailes tenían algo en común: había que ir disfrazado para conservar el anonimato detrás de máscaras y antifaces.