Baile chino | ||
---|---|---|
Patrimonio cultural inmaterial de la Unesco | ||
| ||
Localización | ||
País | Chile | |
Datos generales | ||
Tipo | Cultural inmaterial | |
Identificación | 00988 | |
Región | América Latina y el Caribe | |
Inscripción | 2014 (IX sesión) | |
Lugar de celebración | Desde la zona Norte hasta la zona Central de Chile[1] | |
El baile chino es una danza ritual originaria del Norte Chico y de la Zona Central de Chile, aproximadamente entre los ríos Limarí y Aconcagua,[2] y que hoy alcanza también la zona del Norte Grande.
Consiste en una hermandad de músicos danzantes que expresan su fe a la Virgen y al Niño Dios, entre otros, a través de la música, el canto de coplas y las coreografías (llamadas «mudanzas»).[3] El baile chino es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de Chile al estar incluido en el Inventario Priorizado de Patrimonio Cultural Inmaterial en dicho país, a través del reconocimiento entregado por el «Programa Tesoros Humanos Vivos de Chile» al baile pescador chino de Coquimbo n.º 10 de Andacollo y fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 26 de noviembre de 2014.[3]
El origen de esta tradición se remonta al periodo precolombino, época de la «Cultura Aconcagua», ubicado en la zona central de Chile entre los años 900 y 1400,[4] quienes fabricaron instrumentos musicales de piedra similares a las flautas o pivilcas actuales empleadas en los bailes chinos.
Tras la llegada de los conquistadores españoles, se produjo un efecto de sincretismo con el cristianismo, lo que dio a las danzas rituales algunos elementos con los que cuentan hoy. La palabra «chino» deriva de 'china' (del quechua: china, 'hembra')[5] la cual fue usada por el inca para referirse ciertas criadas o siervas y luego pasó a ser utilizada por los españoles para referirse a sus sirvientas indígenas de las encomiendas. La palabra «china» aún se utiliza en Chile para referirse a una empleada doméstica o a la campesina compañera del huaso.[6]
Desde mediados del siglo XVI, diversos testimonios describen los instrumentos, sonidos y danzas de los bailes chinos,[7] que siguieron manifestándose durante la Conquista y la Colonia, demostrando tener rasgos propios dentro de los rituales populares de América que contienen aspectos de la cultura indígena y aportes hispanos. En 1910 Ricardo Latcham Cartwright escribió:
Los Bailes se componen de Chinos, turbantes y danzantes, distinguidos por su traje, los instrumentos musicales que tocan y en los pasos y ritmos de sus danzas. Los Chinos tocan únicamente la antigua püvillca que produce una sola nota; su danza es lenta y acompasada, y se ejecuta saltando de un pie a otro, semi agachados y de vez en cuando dando una vuelta completa en el aire. Se asemeja mucho a algunos de los pasos del baile choiquepurrún (ortografía original).[7]
La primera cofradía moderna de bailes chinos se originó en Andacollo en 1585.[3] Las cofradías están encargadas de sacar la imagen de la Virgen del templo y llevarla consigo en la procesión para que encabece la marcha; de esta manera, realiza el recorrido completo y luego es devuelta al templo.
En 1968 se produjo un cambio en las fiestas de los chinos al introducirse en Cabildo el primer baile danzante proveniente de la Fiesta de La Tirana que, con sus propias normas y proliferación, modificaron el contexto ceremonial chino, pues tienen un mayor volumen al tener instrumentos de fabricación industrial frente a las flautas de chino artesanales.[7]
El baile consiste principalmente en un conjunto de 12 a 30 personas que se ordenan de manera jerárquica, dejando en la cabecera a la figura superior, que generalmente es un hombre que tiene bastante trayectoria y mayor edad. Toda la cofradía se organiza para quedar en dos filas, las que bailan mientras tocan sus pifilcas, y que son acompañadas por un pequeño tambor. Se baila realizando una serie de saltos, brincando en un pie y luego sobre el otro. El baile comienza en cuclillas y junto con ello la interpretación de las melodías, lo que representa un gran esfuerzo físico para todos los participantes.
El baile intenta expresar la devoción que siente el pueblo hacia los santos, la virgen y el niño dios, mediante la música y la danza. Existe un cantante al que se le llama alférez o abanderado, quien es el encargado de expresar los deseos o inquietudes del grupo a través de un canto.
Existen varias cofradías y cultores de esta tradición. Según los datos del Sistema de Información para la Gestión Patrimonial de Chile (SIGPA), existen 67 agrupaciones, la mayoría de ellas ubicadas en las regiones de Coquimbo (24 agrupaciones) y Valparaíso (24 agrupaciones):[9]